Movimientos lentos, rimados,
envueltos en los miedos de siempre;
y los amores en los labios equivocados
y los inquilinos en las habitaciones de alquiler.
Esconder entre los dientes
palabras que no se quisieron escuchar jamás,
huecos en los ojos,
inscritos con destellos de aburrimiento,
colores sin sentido.
Viejos borrachos que rezan,
con las palabras de siempre,
aquellas que no son buenas
ni para el señor.
El ir y venir de siempre,
los ruidos, las llaves en la cerradura,
el olor acre de los cuerpos,
la vergüenza sostenida entre suspiros,
desterrada la ternura,
como la luz que no se filtra
a través de persianas debidamente
abarrotadas.
Crujir de resortes,
eternos testigos
de humillantes deseos rechazados,
y sofocados.
las miradas,
terribles, asesinas,
que parten el corazón,
como el silencio de mi número.
¡Porque también estoy aquí!
Quiero gritarlo,
porque esta es la vida,
porque es necesario luchar y amar nuestras desgracias,
porque es necesario esperar en nuestra maldición,
porque si crees,
Dios esta contigo.