Se puede también subir en marcha.
Y hay quien pretende bajar en la terminal.
Exonerado de todo sentimiento
el conductor entrevee,
no sin algún interés,
las tiendas que desfilan, los cruces,
las bellas chicas con las faldas cortas y coloreadas.
Piensa en los errores.
De ella hubiera querido el cuerpo
en vez de los recuerdos,
pero también la memoria
que se fue
con un otro.
Parada.
Pasos
y empedrado húmedo por la lluvia
y soleado en verano.
El hombre reflexiona
sobre resistencias e insuficiencias
sobre sistemas de protección
sobre sentimientos de culpa,
anotando disciplinadamente
días y meses.
¨Amo a todos para no amar a nadie¨
piensa,
¨amo tanto para no atarme a nada¨.
Advierte la tristeza de un pasajero.
Hembra.
Ella se cruza con la suya.
Quisiera quedarse, pero debe bajarse
porque está escrito que ese día
perderá el amor.
Se toca la frente.
En su habitación
entre sus libros
los sueños encuentran
y paz y fuerza.
Pero la confusión del alma
no se aplaca
como una sombra,
una deformación de la memoria
en el pensamiento.
Petit-boléro.
Pausa.
Un lugar de silencioso espectador.
Casi guiados por una nostalgia
las faltas de memoria
se alternan
a unas perturbadas serenidades.
Como se puede saber
cuàndo es el momento de desaparecer.
02 May